jueves, 7 de enero de 2010

Bunkers a prueba de imbéciles

© Manual para canallas
El balón pegó en el poste y picó dentro de la portería. La grada gritó el gol. El silbante fue el único que no lo vio. Desde la banca le grité que se moviera, que recorriera la diagonal: “Córrele tantito, árbitro. Has de cuenta que te pagan”. Aunque era obvio que cobraba por ser juez…