Me cansé de perseguir imposibles. Hubo un tiempo en que me interesaba una chica a la que le interesaba otro tipo. Ella iba y venía de él. Cuando la dejaban, se refugiaba un poco conmigo. Ni ella era feliz, como tampoco yo. Hasta que me harté de pensarla con el corazón...
Los que pensamos con el corazón ni nos damos cuenta que un maldito cuervo nos picotea las arterias. Y así andamos a todas horas, con algo de incertidumbre, como cuenta Dante Guerra:
“Tengo un maltrecho corazón
que no sabe de horas hábiles,
que se niega a entrar en razón.
Y te echa de menos en el almuerzo,
cuando deambulo por la calle,
o si hago mi declaración de impuestos.
Tengo un maldito corazón
que se hace el ciego o el sordo,
que me tira de a loco,
que no tiene horario
ni alguna restricción.
Tengo un corazón blando
que es alimento de los cuervos
que me vigilan los desvelos.
Sí, la parvada de cuervos
que pasaste a dejarme
aquella tarde que te largaste
sin advertirme que tu recuerdo
no tiene fecha de caducidad”.