jueves, 27 de febrero de 2014

Los que pensamos con el corazón

Manual para canallas - Los que pensamos con el corazón


Me cansé de perseguir imposibles. Hubo un tiempo en que me interesaba una chica a la que le interesaba otro tipo. Ella iba y venía de él. Cuando la dejaban, se refugiaba un poco conmigo. Ni ella era feliz, como tampoco yo. Hasta que me harté de pensarla con el corazón...


Los que pensamos con el corazón ni nos damos cuenta que un maldito cuervo nos picotea las arterias. Y así andamos a todas horas, con algo de incertidumbre, como cuenta Dante Guerra: 

“Tengo un maltrecho corazón
que no sabe de horas hábiles,
que se niega a entrar en razón.

Y te echa de menos en el almuerzo,
cuando deambulo por la calle,
o si hago mi declaración de impuestos.

Tengo un maldito corazón
que se hace el ciego o el sordo,
que me tira de a loco,
que no tiene horario
ni alguna restricción.

Tengo un corazón blando
que es alimento de los cuervos
que me vigilan los desvelos.

Sí, la parvada de cuervos
que pasaste a dejarme
aquella tarde que te largaste
sin advertirme que tu recuerdo
no tiene fecha de caducidad”.

jueves, 20 de febrero de 2014

Los locos no usamos peine

Manual para canallas - Los locos no usamos peine


Suena extraño, más bien poco común, pero los jueves amanezco más despeinado que cualquier otro día. “Pareces uno de esos científicos locos que salen en Canal Once”, me comentó Valeria alguna vez...



“Se llama Beakman”, le sonreí, “y en ese caso tú serías Lester, mi rata de laboratorio”. 

Valeria se me aventó encima y rió divertida. 

“¡Te digo que se te bota la canica!”, 

ella se recostó en mi pecho mientras yo acomodaba mi cabeza en la almohada. 

“Obvio que no me refiero a Beakman, porque él es muy divertido y tú no, tú estás amargado”, 

siguió riéndose a mis costillas. Luego me besó con desenfado y me miró a los ojos antes de decir que 

“respecto a lo de Lester, en todo caso soy tu conejillo de indias y no una rata de laboratorio”. 

Hice un gesto de ¿me-lo-puedes-deletrear? Y Val me explicó a grandes rasgos: 

“Sí, nunca habías andado con alguien tan joven como yo”, 

hizo una pausa para besarme de nuevo, 

“y no sabes bien a dónde llegará todo esto. No te comprometes, aunque tampoco lo tomas a la ligera, pero siento que vas experimentado sobre la marcha”. 

Vaya, otra mujer complicada. Chiste local. 

“Ahora eres tú a la que se le zafó un tornillo”, respondí.

Ella intentó ponerse seria: 

“No, no te hagas el loquito, estoy hablando en serio. Tú estás improvisando conmigo, no sabes qué es lo que realmente quieres”. 

jueves, 13 de febrero de 2014

Como un oso de circo en dos ruedas

Manual para canallas - Volví a ser niño por un rato

Reciclaré mi bicicleta para volver a sentirme un poco niño, mientras el viento me despeina, aunque en realidad parezca un oso de circo sobre ruedas...


Volví a ser niño por un rato. Tuve una regresión: Y me gustaba andar en bicicleta, sentir el viento despeinando mi cabeza. Me miré emocionado, en cuclillas, con una canica en el dedo gordo de mi mano derecha. Volví a ser niño por un buen rato y me reí como no lo hacía desde hace años...


jueves, 6 de febrero de 2014

Cuando pronuncias otro nombre

Manual para canallas - Cuando pronuncias otro nombre


Para la mujer de mi vida... ¡arrooozzzz!


“¿Quién es Sylvia?”, me interrogó Julieta apenas desperté. Mis lagañas se confundieron con la extrañeza en la mirada. Hice un gesto de “nofrieguestantemprano”. Un rayo de villana escapó de sus ojos. Luego me leyó la cartilla con voz firme...


Le expliqué a Juls que así se llamaba el personaje de Monica Bellucci en Pacto de lobos, la película que estuvimos viendo antes de dormir. “¿Sí? Pues así se llama tu hermana y no parecía que estuvieras soñando con ella”, insistió como suelen hacerlo las mujeres en estos casos extremos. “En verdad, no te estoy mintiendo, seguro soñé con la Bellucci, ya sabes que siempre me ha gustado”, me sinceré con tono relajado. El almohadazo me sorprendió. “Pues entonces lárgate a Italia y cásate con ella”, Juls se refugió en el baño. Por tanto, no pude bañarme de inmediato y desayunamos demasiado tarde para ser sábado. Al poco rato se le pasó el enojo, pero seguro que iba a revisar mi celular y los créditos de la película en cuanto yo me descuidara. En verdad no tenía nada que esconder, pero sí he de ser franco: es de la rechingada que tu pareja pronuncie otro nombre cuando se supone que tendría que estar soñando contigo. Te entran dudas, no andas tranquilo, te cortas al rasurar o te peinas sin estilo, así como esos científicos distraídos. No, en verdad que no es fácil lidiar con otros nombres que se cuelan como la humedad en las paredes. Así que ten cuidado si eres de los que hablan dormidos.

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