jueves, 23 de febrero de 2017

Cretinos que se cruzan en tu camino

Manual para canallas - Cretinos que se cruzan en tu camino

Hay muchos tipos de cretinos: ya sea que usen tenis o ropa de marca; algunos tienen poca educación y otros visten de traje de lunes a viernes...


Conocí al Kevin en alguna estación de la línea azul del Metro. Me lo encontraba con frecuencia. Y luego descubrí que era vecino de mi colonia. Nunca me cayó bien, me pareció un tipo insoportable, como tantos cretinos que se cruzan en mi camino. “Buenos días, señores pasajeros. Mi intención no es molestarles, sino pedirles su atención y su comprensión. Vengo de una casa hogar que se dedica a ayudar a mujeres, niños y personas enfermas de sida”. Palabras más, palabras menos, así empieza el choro de Kevin, mientras se pasea por el vagón del Metro y reparte unos folletos que incluyen la dirección de la asociación benéfica que dice representar. Luego procede a pedir la cooperación voluntaria de los pasajeros. Nunca falta el buen samaritano, la señora acomedida, el ingenuo que suelta dos, tres pesitos. Y es que somos poco observadores: ningún joven que anda tan bien vestido, que trae tenis de moda, que se peina como reggaetonero y que usa un arete, puede ser tan buen samaritano como para preocuparse por los infectados de VIH. No, su negocio es lucrar con la bondad de la gente. Por supuesto, Kevin trae una credencial al cuello para completar la farsa, e incluso en sus volantes se encuentra una dirección y un teléfono, pero si alguien se pone a averiguar, se dará cuenta de que todo es falso, que los fondos que recauda son para su propio beneficio. Claro, este muchacho sigue al pie de la letra las enseñanzas de su casa: “el que no transa, no avanza”. Neto, para qué estudiar, para qué un trabajo, si se puede vivir de los demás. Tampoco se trata de que este chamaco se hará rico, pero sí le alcanza para los tragos, pasear a la novia, estrenar unos pantos o una camisita. El wey vive a la vuelta de mi casa y a veces coincidimos en el billar. Yo ya le dije que me parece una auténtica mierda que se aproveche de la gente más amolada que él, pero Kevin hasta presume con sus cuates que sin estudiar trae más varo que muchos que se parten el lomo todo el día. ¿Cómo se involucró en ese desmadre?, no lo sé, pero me contó el Rudy que "El Kevin" anduvo estafando a un homosexual que conoció por la Alameda y que fue él quien le enseñó ese truco de recaudar fondos para “la medicina, pañales, y alimento” de los enfermos de sida. Se supone que debería valerme gorro, pero me saca de onda la gente que estafa al prójimo, sea en pequeña o gran escala. Y se lo digo en su cara. El otro día hasta se puso roñoso, pero le dije que yo sí le partía su madre. “N’omás porque ya ando medio pedo, sino ya estarías en el suelo“, pretextó. Me reí en su cara y estuvo a punto de armarse la boruca, pero uno de sus valedores aliviano el asunto. Como todos los faroles, gritoneó no sé cuántas jaladas. Yo sólo le lancé una mirada recargada, al estilo de “Perros de reserva”, hice la seña de “looser” y le dije que “nunca hay que darle la mano a un pistolero zurdo, porque siempre saldrás perdiendo”. El idiota ni siquiera lo razonó, pero a mí me basta con entenderlo cuando él baja la mirada en cuanto nos encontramos de frente.


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jueves, 16 de febrero de 2017

Triste veneno es el desamor

Manual para canallas - Triste veneno es el desamor


Hay que aprender a besar con desesperación, hurgar bajo la ropa y acariciar terciopelos que ciertas mujeres poseen, antes de que el desamor inocule su veneno...


A golpe de desamor, que inocula un veneno de efecto lento, he aprendido con el tiempo que Cupido es bipolar. Un día amanece de buenas y te endosa alguna flecha benévola con fecha de caducidad. Pero hay días en que el muy inestable no se toma su medicamento y te lanza un dardo amargo que te hará la vida miserable, por un tiempo o una eternidad. Todavía recuerdo algún día, no la fecha, pero sí una mañana de esas que parecen tan comunes y corrientes. Yo era un chamaco de primer grado, con mi cabello relamido y mi uniforme impecable, formado en la fila de nuevo ingreso. No sé de qué año hablamos, eso no lo tengo muy claro, porque los días se nos transcurren como si fuera un mero trámite. Quizá era un lunes 3 de septiembre o vete tú a saber qué fecha en el calendario. Lo que sí tengo claro, habitando en mi memoria, es que yo estaba un poco tenso porque así pasa el primer día de clases y no sabes qué clase de maestr@ o de compañer@s te tocarán durante todo un ciclo escolar. No sé si repasaba mentalmente mi lista de útiles o si escuchaba las indicaciones que salían de los altavoces, pero entonces giré la vista a la derecha y vi a la chavita más linda que hasta entonces había observado en mi corta existencia.


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jueves, 9 de febrero de 2017

Cupido es un mimo con migraña

Manual para canallas - Cupido es un mimo con migraña

Cupido se cura las migrañas con tu desaliento. Cupido es un mimo que regala rosas marchitas, recuerdos disecados, aromas de taxidermista...


Denisse aún cree en el amor. Yo le he dicho que Cupido se cura las migrañas con el sufrimiento ajeno. Pero ella no entiende y siempre se enamora de la misma clase de cretinos. Denisse se levanta un poco mareada, con un amargo sabor en la boca, queriendo que sus mañanas fueran menos opacas. Va al baño, siente náuseas y la acosan un par de arcadas de pura bilis. Se mira en el espejo y descubre tormentas en sus ojos. Flechada por un cupido con alma de burócrata, Denisse hubiera querido tramitar su renuncia a ese amor insensato que le provocaba insomnios, malas noches añorando las caricias lejanas. Una vez más se había enamorado como idiota, del más imbécil de todos. Sí, de aquel cretino que le ocultó que era casado. Estúpidamente, ella no estaba dolida porque él tuviera esposa, sino porque le había mentido. No podía creerlo, no de aquel tipo que le juraba que la amaba cada que tenía ganas de llevársela a la cama. Cuando ella lo encaró, él sólo recitó silencios. Y ella que buscaba aunque fuera un abrazo tierno, únicamente encontró desconsuelos. Su “amor” ya no pudo negarlo, pero le juró que ya no quería a su mujer, que ya la iba a dejar, como si fuera el guión de una película que todos han visto. Ella se fue llorando. Él no hizo por detenerla o abrazarla y reconfortarla. Hubiera querido odiarlo y decirle que era un cobarde, pero se engañaba ella misma porque sólo con escuchar su voz se cimbraría su corazón anestesiado. Y así fue, luego de unos días se reencontraron. Y él juró, luego de un orgasmo, que nada los separaría. Y Denisse volvió a creer en historias de dos.


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jueves, 2 de febrero de 2017

Hombres y mujeres con ojos de insomnio

Manual para canallas - Hombres y mujeres con ojos de insomnio


Habemos tantos y tantos peatones con ojos de insomnio: mujeres con cansancio acumulado, hombres de bolsillos vacíos, jóvenes extraviados en las rutinas...


Sabemos tú, yo, todos, que tantos insomnios generan jaquecas y cansancio en los huesos. Y el insomnio es el menor de los males, porque la maldad extiende su velo trágico. Y la bondad cotiza muy bajo en el mercado de valores. Las ráfagas de la tragedia, el recuento de cadáveres, los asesinos sin piedad, los políticos sin escrúpulos, son la noticia de cada día. ¿Y la poesía ya no tiene cabida? Los jóvenes matan por un pinche celular, algún priísta lava dinero del narco, aquel envilecido padre abusa de su hija, un sicario hace pacto con el diablo, el violador acecha a su próxima presa, los corruptos negocian con nuestra pobreza mientras Trump es un cretino de tiempo completo. Y uno despierta con las mismas ganas de siempre, a veces hasta con pesimismo. Uno parece muñeco de cuerda, a merced del destino, a voluntad divina, con los pasos cansados, la mirada un tanto perdida, pensando en qué carajos, qué chingados hacer para darle un giro al destino. Sí, uno es un muñeco de cuerda, a punto de desfallecer, a nada de perder el rumbo. Y el Metro hasta la madre y de regreso a casa con esta cara de rutina.


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