jueves, 31 de agosto de 2017

Estamos condenados a los silencios

Manual para canallas - Estamos condenados a los silencios


Tuvimos una infancia de tempestades y no vino a salvarnos el Capitán Trueno. Tuvimos lágrimas a escondidas. Tuvimos miedo y monstruos bajo la cama.


Un niño está condenado a los silencios. Hoy llora, pregunta por su mamá. Ella no está, no regresará. El pequeño no sabe, no intuye, que su madre no volverá a mirarlo ni a envolverlo en sus brazos. Aquel niño está condenado a los silencios: al silencio de su madre, que murió de forma violenta. Al silencio de las autoridades, que nunca tienen respuestas. Al silencio de una sociedad que ya no se alarma con nada. Al silencio de las cifras oficiales, pese a que los feminicidios crecen con saña inaudita. Ese niño está condenado a sus propios silencios, porque crecerá golpeado por la ausencia de su madre y no encontrará respuestas a sus miedos, a sus inseguridades, a tantas y tantas preguntas que se hará con el paso de los años. Un niño está condenado a su timidez y a sus lágrimas en silencio. Mientras una jauría de chacales recorren las calles. Mientras las madres intentan regresar sanas a casa. Mientras las jóvenes mueren en esta tierra quemada de hogueras clandestinas. Mientras los hijoeputas sacian sus bajos instintos. Mientras los políticos ensucian las elecciones. Mientras los gobernadores esquilman el presupuesto. Mientras los presidentes sonríen para la foto. Mientras los asesinos se miran en el espejo sin el menor asomo de culpa. Un niño crecerá sin los abrazos de su jefa. Una abuela lo cuidará entre lágrimas constantes. Una madre no volverá a casa, nunca, nunca más. Y no hay tristeza que se compare con eso. Nos están aniquilando la esperanza. Están cayendo los jóvenes, las madres, el obrero, el jefe de familia y el estudiante. Están cayendo en cada esquina, en la combi o el microbús, en el lote baldío, a plena luz del día o en la boca del lobo. Están cayendo, fulminados, los buenos. Y estamos condenados a los silencios de las cifras oficiales. Estamos condendos a los silencios de los que no saben gobernar. Estamos condenados a los pretextos de los que nos gobernarán, aquí y allá, cada sexenio. En la ciudad y en el estado, en el país. En las calles y en los maizales. Estamos condenados a que nos lleve la chingada, poco a poco, en mensualidades o con un fogonazo en la oscuridad. Mientras nadie dice nada ni escucha nada. Estamos condenados a los silencios. Maldita sea. Mal-di-ta sea.


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jueves, 24 de agosto de 2017

Clientes frecuentes de la crisis

Manual para canallas - Clientes frecuentes de la crisis

Sí, igual que tú, también estoy harto de ser cliente frecuente de los que chingan a cada rato. Ya me cansé de ser invisible para las cosas que valen la pena...


No sé si a ti te pase, pero yo ya me harté de que siempre que me retraso en el pago de la luz me llega una notificación que dice algo así como “estimado cliente, le recordamos que usted tiene un adeudo pendiente por la cantidad de...” y siguen con “favor de regularizar su pago”, para evitar “la suspensión del servicio”. Y lo mismo sucede con los recibos del agua, el teléfono y el Internet. Cada fin de mes, cada bimestre, me llegan cartas y recordatorios de que soy su “apreciable cliente”. Yo qué más quisiera que estar al corriente con mis pagos, dejar de recibir misivas tan “amables” para que pase a liquidar lo que debo antes de que me cargue la chingada. Yo qué más quisiera que ordenar mis saldos vencidos, mi situación en el buró de crédito. Y volverme invisible otra vez. Es que la verdad que no es reconfortante llamar la atención sólo porque “usted tiene algo nos pertenece”, que es lo que en realidad dicen esos pinches recordatorios: “queremos nuestro dinero y lo queremos ahora”. Ah, pero todos somos invisibles cuando es fin de quincena o suben el precio del huevo o necesitamos explicaciones del gobierno. Y sí, igual que tú, también estoy harto de ser cliente frecuente de los que chingan a cada rato. Ya me cansé de ser invisible cuando a otros culeros les conviene.


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jueves, 3 de agosto de 2017

Nunca se enamoren de noche

Manual para canallas - Nunca se enamoren de noche

Frank Sinatra sabía de lo que hablaba cuando dijo que "sólo los tontos se enamoran de noche". Y es que la soledad, la desesperación y el alcohol son mala combinación...


Soñé con Jack Nicholson y Frank Sinatra en la barra de un bar, dándole consejos a un tipo, que era yo, con el corazón roto. Frank usaba un smoking blanco, mientras Jack estaba ebrio y despeinado. Y Jack Nicholson no miente cuando dice que en las barras de los bares lloran los hombres blandos y se arreglan los negocios que siempre acaban mal. Pero Jack me lo decía mientras lanzaba una sonrisa a una mujer fatal, al otro extremo de la barra. En algún momento del sueño, Sinatra ponía una canción de la rockola y los tres terminábamos cantando: 

"Nunca, nunca me enamoraría,
me enamoraría de noche. 
Las más guapas siempre mienten
con sus vidas complicadas
y sus mundos de piernas infinitas".