jueves, 17 de febrero de 2011

El ajedrez de tu mirada

© Manual para canallas

He encontrado más humanidad en la mirada de un mendigo que en los ojos de los méndigos que nos gobiernan. Me he asqueado del engaño en el ceño fruncido de nuestro mandatario. Y me ha dado migraña ante la carestía de nuestra vida cotidiana…

He visto mi reflejo en los charcos cercanos al desagüe y tuve arcadas de bilis en el lavabo y la resaca más reciente me ha estremecido cualquier mañana. Mis borracheras ya no curan nada, no resuelven mis crucigramas.

He recorrido el filo de tus abismos y el vértigo en definitiva no es solidario conmigo. He añorado la curva de tus senos pero hoy estoy curado de las náuseas del pasado.

He caminado bajo la lluvia de agosto, anegado por pensamientos fúnebres. Y me he vestido de negro, perfeccionando mi epitafio, pero al final he sobrevivido a mis delirios más catastróficos.

He necesitado de paciencia para encontrar salidas de emergencia y he dinamitado las pruebas de mis anteriores excesos. No creo en esas tonterías de “ni ángel, ni demonio”. Yo he sido malo y he sido bueno, a secas, sin frases hechas. He estado preso, me sentí confundido, enloquecí un poco, me reconcilié conmigo mismo y aún me falta hacer las paces contigo si es que te he ofendido.

Me caí de algunos altares, decepcioné a demasiadas personas, aún estoy en deuda con otros y aún hay quienes me extienden crédito. Pero no he quebrantado códigos de honor, ni he dañado a nadie que no se lo haya merecido y mucho menos he traicionado mis principios.

Me he maldecido por no seguir los patrones establecidos y he renegado de no ser un tipo ordinario, pero nunca me he arrepentido de ser un hombre que se rige por sus propias reglas y no acepta imposiciones, ni se resigna a los lugares comunes.

He perdido apuestas sin sentido y debí pagar por errores cometidos, pero nunca he puesto en juego mi honorabilidad. Soy un pésimo apostador, la suerte no es mi mejor aliada, pero al menos el diablo no ha modificado las cláusulas de nuestro contrato. Tampoco me puedo quejar de que me hayan engañado. No hay truco posible cuando tú mismo has sembrado de minas antipersonales el sendero hacia el purgatorio.

He llegado a fronteras sin palabras de bienvenida, he acumulado polvo bajo mis viejos tenis y tengo suvenires que me recuerdan lo mucho que añoro atardeceres lejanos. He viajado de mochilazo, me alojé en hostales baratos y también fui huésped distinguidos en hoteles de cinco estrellas, pero mis mejores vacaciones han sido en el mapamundi de un cuerpo caribeño. He visto una puesta de sol en la Riviera Maya, he buceado en la profundidad de unos ojos azules y me he ahogado en ausencias sin fondo. He levantado mi copa para brindar por los recuerdos caídos en la batalla.

He sido seducido, aunque nunca conquistado. Tengo un corazón a prueba de simulacros, no inflamable y sí incendiario. No creo en postulados románticos pero mi lado menos cursi a veces ni se da por enterado. Y es entonces que he sido atacado por mis flancos más débiles, esos que son invadidos por los lanceros de una mujer hermosa. Carajo debería conformar un ejército de insensibilidades para contrarrestar a los armeros de los detalles, a los arqueros de las caricias espontáneas. Uno nunca está preparado para soportar los embates de la sinceridad. Pero siempre es preferible una chica imperfecta, que una perfecta idiota.

He sido seducido, he sido impresionado, me he resistido al ajedrez de tu mirada y mi caballería no me ha fallado. Pero el corazón es un alfil siempre empeñoso ante la reina. Y yo soy un rey pertrechado en el puente de un castillo en llamas: o me lanzo a la fosa de los cocodrilos o defiendo mis blasones con la espada de mi orgullo en prenda. Resistamos, caballeros, resistamos, hasta desfallecer de cansancio. Y que Jaime Sabines nos dé ánimos:

ajedrez-1

“El mediodía en la calle,
atropellando ángeles,
violento, desgarbado;
gente envenenada lentamente
por el trabajo, el aire, los motores;
árboles empeñados en recoger su sombra,
ríos domesticados, panteones y jardines
transmitiendo programas musicales.

¿Cuál hormiga soy yo de estas que piso?

¿Qué palabras en vuelo me levantan?

‘Lo mejor de la escuela es el recreo’,
dice Judit, y pienso:

¿Cuándo la vida me dará un recreo?

¡Carajo!

Estoy cansado.

Necesito morirme siquiera una semana”.

manualparacanallas@hotmail.com

Roberto G. Castañeda
El Universal
Jueves 17 de febrero de 2011

 

 

© Manual para canallas

1 comentario:

  1. Extraordinario, simple y sencillamente extraordinario, es tal que las palabras para describir el sentimiento que me embarga al leer y releer "El ajedrez de tu mirada" no atinan a concatenarse. Gracias por estas líneas

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