jueves, 24 de mayo de 2018

Corazones con forma de cactus

Manual para canallas - Corazones con forma de cactus

Habría que cultivar dardos y regarlos con la amargura de un cupido desempleado, que se tiró al vicio de olvidarte con tequila...


Ella se fue una noche demasiado calurosa. El aire respiraba demasiados infiernos y los gatos se refugiaban en sus propias sombras. Denise me dejó un beso enmarcado en el espejo y la posdata pintada con carmín: "Eres un pendejo". Otra manera de decirme que el día que se fuera me iba a arrepentir. "Tú no sabes ni llover. Eres un desierto inmenso", me reclamó alguna vez que terminamos temporalmente para luego volver a lo mismo. Yo le regalé una canción de Duncan Dhu por WhatsApp: 

"Sin nada casi que decir,
oyendo el ruido del motor. 
¿Te importa si me quedo aquí? 
Hasta siempre, adiós, mi amor. 
Te escribiré adonde estés. 
El sobre irá sin dirección... 
Quisiera ser el que ya fui
y no una sombra tras de ti". 

Hay corazones con forma de cactus, que florecen fugazmente algún verano. Y Denise y yo éramos así: demasiadas espinas alrededor, demasiados pinchazos una y otra vez.


> > >


Karen tiene demasiados sueños malos. Con frecuencia sueña con parvadas de cuervos, que graznan histéricos. Y también que camina descalza sobre fuego. O que un demonio se sienta en su cama, a sus espaldas. Lo último que me contó es que ella estaba sentada en una cornisa, sintiendo la llovizna en su rostro, con tremenda angustia y un llanto inconsolable. Miraba hacia abajo y una mujer vestida de negro le gritaba algo, pero Karen no lograba escucharla. "Sólo recuerdo que traía mi corazón entre las manos y era como un trozo de carbón humeante", me detalló para luego preguntarme si creía en la interpretación de sueños. Le dije que no necesitaba ser un especialista para saber lo que eso significaba. "A ver, dime", me cuestionó. "Quiere decir que tienes un corazón muy culero", le guiñé un ojo antes de dar un sorbo a mi cerveza. Se le escapó una carcajada. "Lo que pasa es que no me has superado", bromeó. Yo ni siquiera sabía por qué seguíamos frecuentándonos, si ella tenía el "novio perfecto" y no lo iba a cambiar por nadie. Y yo sólo estaba interesado en besar las desnudeces de Karen. Pero al menos yo era sincero. Y nunca he creído en el amor eterno que promueven las películas cursis o los catálogos de Sanborns.


> > >


Me gustas. Me encanta tu sonrisa, la manera en que caminas y también mirarte el trasero mientras entras a tu casa. Me gusta hacerte el amor a veces. Y en ocasiones sólo coger como desesperados. Me atraes de una manera especial. Me gustan tus senos y la curvatura de tu trasero. También me encantan los hoyuelos en tus mejillas cuando sonríes. Cuando dejamos de vernos un tiempo me basta con imaginarte desnuda para recordar que debo buscarte. Aún tengo fresco en la memoria el día que nos conocimos. No quisiste que te besara afuera de aquel bar. Pero horas después hacíamos el amor en tu cocina. Desde entonces no dejo de soñarte. Han pasado algunos años. Y nos vamos y volvemos. Desapareces, te enamoras de no sé quién. Te desenamoras fugazmente y nos volvemos a ver. Una y otra vez. Tal vez debería decirte que te quiero más de lo que me gustaría, pero recuerdo tu advertencia: "Ni te enamores ni te emociones, porque no eres lo que estoy buscando". Me reí como estúpido y te respondí que eso no iba a pasar. Más bien al contrario. No sucedió ni lo uno ni lo otro. Te regalé un cactus y le puse Tulio, como el personaje de "31 minutos". Cuando florezca, entonces "se llamará Myriam, como tú y sabrás que te estás enamorando de mí", te comenté. "Eso nunca va a pasar, tontito", reíste y quedaste de avisarme. Supongo que no ha pasado. Cada invierno me mandas una foto de Tulio, mirando por la ventana, con la seriedad propia del desierto. Tal vez es tu manera de decirme que te acuerdas de mí de vez en cuando. Tú a mí me gustas mucho y te pienso demasiado. Pero tampoco te creas mucho, aunque el cactus que yo tengo sí ha florecido. Porque le sigo haciendo caso al poeta Edel Juárez: 

“Deja a un lado los recuerdos,
no pienso competir con lo que fuimos... 
Deja los planes que quedaron,
no me pidas que te cuente lo que nunca hicimos. 
Deja el camino que no andamos. 
Deja aquel hotel donde estuvimos,
deja el recuerdo de las sábanas... 
Deja las caricias que inventé para asombrarte,
las palabras que te dije
y lo que fingiste no escuchar. 
Deja de buscarte entre mis líneas,
tú no apareces más, te he desterrado”.


> > >


Dante se enamoró de Evelyn en la universidad, pero ella sólo tenía ojos para Adrián. Aún así, Dante le escribía poemas que le hacía llegar de mano en mano desde la última fila del salón. Ella no los leía inmediatamente, pero él alcanzaba a percibir una ligera sonrisa cuando los guardaba en su mochila. "Me encantaría salir contigo", "Me gustas para siempre" y otras cursilerías propias de la edad eran las posdatas. Alguna vez bailaron una canción que les gustaba, en una fiesta en la que Dante no se atrevió a besarla. Evelyn le recordó años después que "de nada hubiera servido" porque se enamoró como tonta de Adrián. Y se casaron. Tuvieron una linda casa, coches del año, una hermosa hija, hipoteca y deudas que siguieron pagando. Hasta que la rutina fue un berenjenal. Adrián se fue de casa para vivir con una de sus alumnas de una escuela de paga. Evelyn se derrumbó. Vinieron las depresiones, la ojeras y desayunar café con amargura, mientras aquel colibrí parecía ajeno desde el jardín. En algún lugar, años luz después, Dante aún escribe poemas. Palabras sin néctar en la punta afilada: 

"Me gustaba mirarte despacito y de perfil,
me llegaba tu aroma a juventud. 
Me gustabas tanto a la distancia,
porque de cerca se me iba el habla. 
Me gustabas tanto que dejaba pasar
tu altivez cuando me ignorabas. 
Me gustabas tanto que dejé
de escribir metáforas rebuscadas. 
Me gustabas tanto que ahora
que tengo este corazón de cacto,
cultivo dardos que siempre riego
con la pinche amargura de un cupido
que al verse desempleado y en la ruina,
se tiró al vicio de olvidarte con tequila".


manualparacanallas@hotmail.com


Roberto G. Castañeda
Jueves 24 de Mayo de 2018.


© Manual para canallas


No hay comentarios:

Publicar un comentario