jueves, 3 de mayo de 2018

El desamor se cura con paracetamol

Manual para canallas - El desamor se cura con paracetamol

Traigo este traje oscuro, impecable. Uno nunca sabe cuándo ni dónde se le torcerá el destino. Ni cuándo habrá de curarse el desamor con pastillas de paracetamol...


Hace tiempo que me tiembla el pulso a la hora de escribir posdatas. Tantos adioses me han traído esta fatiga, este desconcierto o desinterés cuando se trata de dar la espalda a lo que ya se ha ido.

Hace tanto que traigo esta piedra volcánica en el pecho, que se inflama por las cosas más estúpidas o porque llamas a las tantas de la madrugada sólo porque se te dio la chingada gana.

Hace bastantes tormentas que rompí tu foto y la promesa de que nunca te olvidaría. Hace tantas lluvias que se oxidó el marcapasos que pasaste a implantarme el día que te largaste.

Ahora que lo pienso, hace ya muchos lunes que mi dignidad se curó las resacas que me dejó tu pinche olvido. Y hace demasiadas borracheras que no pronuncio tu nombre en mis ronquindos, sólo balbuceo escarabajos de colores que desfilan por mis sueños de realismo mágico.

Tal vez no me creas, pero de un tiempo a la fecha no encuentro tu sonrisa en las señales de humo. Por la simple y sencilla razón de que hace un chingo de cajetillas que ya no fumo y tampoco desvarío.

Hace demasiadas noches que el viento dejó de alborotar los resabios de tu perfume, la desnudez de tu sexo entre las sábanas y algún cabello que dejaste entre la funda y la almohada.

Quizá no llegues a leer esto, pero he dejado el café por prescripción médica: gastritis, que le llaman. Pero yo creo que más bien es la amargura porque te largaste mucho tiempo después de que ya no estabas conmigo. Y cerraste la puerta, pero dejaste abiertas las ventanas. Entró un remolino de melancolías, a revolver este desmadre que es pensarte mientras escucho alguna de esas canciones que me dedicaste en aquel karaoke de tercera. 

A lo mejor te vale madre o ni te enteras, pero quiero que quede constancia: ya no fumo, no tomo café, ni voy a fiestas donde no me invitan. Me recetaron ansiolíticos para lidiar con mis manías. Y me automedico con parecetamol, porque "alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras tus ojos". Nahhh, alguien me ha dicho que está científicamente comprobado que el paracetamol es bueno para curar el desamor. Así que esta colección de recetas, con letra ilegible, está cumpliendo su misión de que progresivamente te vayas despacito a la rechingada. De una vez por todas. Y eso no está en las canciones de Bunbury, ni las de José José o Los Fabulosos Cadillacs. Tampoco está en los libros de superación personal. Ni en la poesía de Dante Guerra o José Ángel Buesa. No, eso no lo aprendemos en los libros de texto. El desamor y la chingada se curan con paciencia y paracetamol, está científicamente comprobado con ratones de laboratorio. Y con eso me basta para creerlo.

En verdad que hace tanto tiempo que duermo con un ojo alerta por si vuelve a temblar o se te ocurre venir a importunar con aliento alcohólico y a deshoras. Y no hay alarma sísmica que prevenga el desastre que dejarás al cimbrar este esqueleto que apenas se sostiene con alambrón de medio uso.

Te aviso, por si acaso te importa un cacahuate, que hace tiempo no veo televisión abierta. Porque me enferman los tiempos electorales y me pone mal tanta hipocresía. Da igual, es la misma basura: malgastar nuestros impuestos para que al final nos terminen ensartando los Peña Nieto, los Anayas, los Calderón, los Del Mazo, los que administran la riqueza mientras nosotros cenamos huevos con frijoles, huevos con jamón, huevos a la mexicana y así varios días de la semana. Pues huevos, entonces, pinches políticos culeros.

También quiero que lo sepas: hace tiempo que ando con el Jesús en la boca. Y no es para menos. Si a la vuelta de la esquina o afuera del cajero automático, en el transporte público, nos merodea el infortunio. Adolescentes sin apego a la vida, ladrones de poca monta, asesinos que no saben de piedad, jóvenes perdidos, adultos de ojos vidriosos, todos chingando al prójimo que nada debe y todo teme. Uno ya no está seguro ni en el cine o el metro o los tacos del güero. Hay tanto culero suelto que nunca aprendió a trabajar.

Hace tiempo que siento que mis pasos no garantizan mi regreso. Si no vuelvo a casa, mañana o cualquier noche de este o el otro año, quiero que sepas que lo intenté. Siempre lo estoy intentando. Ando con el Jesús en la boca, traigo esta pulsera contra las malas vibras, tengo blindaje extra por los rezos de mi madre, pero uno nunca sabe dónde carajos se le torcerá la suerte o el destino. Si me atropellan o me toca una bala perdida. Si mi vida vale menos que un smartphone. Si no vuelvo, por cualquier razón, pónganme mi único traje y me peinan del lado izquierdo. No quiero ser un cadáver desprolijo, sino todo lo contrario. Creo que la corbata roja hará juego con este corazón incendiario. Hace tiempo que elegí mi epitafio, con las palabras de Dante Guerra: 

"Traigo este traje oscuro, impecable,
que asistirá a mi funeral anticipado. 
Traigo este desierto en la cara
y ando con el Jesús en la boca,
por acá y por todos lados. 
Traigo este cactus que me nació
en el pinche corazón caducado. 
También traigo una sed perniciosa
que me incita a beber todas las madrugadas
que le pertenecen a estos jueves canallas. 
Uno nunca sabe ni tampoco lo sabrá,
cuándo se le torcerá el destino. 
Ni cuándo habrá de curarse
el desamor con pastillas de paracetamol".


manualparacanallas@hotmail.com


Roberto G. Castañeda
Jueves 3 de Mayo de 2018.


© Manual para canallas


1 comentario:

  1. Un desamor es my dificil de curar muchas veces lo mejor es agarrarse a la familia y amigos salir despejar la mente en internet tambien hay muchos consejos y frases inspiradoras que te recordaran que no es el fin del mundo y que puede llegar un nuevo amor

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