jueves, 23 de septiembre de 2010

Si se amotinan las resacas

Manual para canallas...

Si se amotinan las resacas quemarás todos tus libros, incendiarás los pésimos poemas que has escrito durante tus noches en vela. Y encontrarás metáforas en la mirada de un ciego y descifrarás la podredumbre en los discursos patrioteros

Si se amotinan las resacas, te rodeará una multitud de recuerdos, te atacaran por el flanco más débil las nostalgias nunca aplacadas. Y no habrá mejor revolución que convocar en la plaza a todos tus fuegos internos, esos que te hacen gritar, mientras te quemas, consignas contra tus propios silencios.

Si se amotinan los recuerdos ahogaras tus sollozos en la penumbra de tus sótanos, perecerás de melancolía buscando un refugio antiaéreo. Y las pesadillas sobrevolarán tu almohada. Y seguirás sintiéndote incompleto. Y esa inconformidad te motivará a dejar la apatía para transformarte en una explosión en movimiento.

Si se amotinan las resacas temblarás ante el desasosiego, mirarás con simpatía al niño que vende chicles en el semáforo y serás solidario con la señora que lava ajeno. Y serás más humano, acaso menos pendejo, pero también parte de este ejército que celebra poco y cuestiona todo.

Y no creerás lo que dictan los noticieros, ni te engatusarán los que engañan al pueblo, como tampoco votarás por los cretinos que vacacionan en las Bahamas o mandan a sus hijos a estudiar al extranjero.

Si se amotinan las resacas seguirás tus instintos, ordenarás tus ideas, gobernarás tus miedos y saldrás como cada día con la cara en alto para gritar a los cuatro vientos que tu honestidad es tu bandera.

Si un buen día amaneces con un ejército de ansias, con una multitud de nervios, querrás que se agoten los peores días y las noches más ingratas. Y te mirarás en el espejo, hablarás a solas, enloquecerás otro poco, pero llegarás a la conclusión de que no hay nada mejor que seguirte cuestionando si el atajo que tomarás será el indicado.

Si se acabaron los festejos oficiales, el despilfarro millonario, entonces que empiece la verdadera celebración, el despertar de los que carecen de todo, menos de esperanza y dignidad. Y en las avenidas quedarán restos de confeti, el eco de la marcha triunfalista, mientras en tu memoria habrá un desfile de interrogantes e inconformidades.

Y se cumplirá otro aniversario del 2 de octubre y no destinarán recursos para honrar el recuerdo de tantos inocentes. Y los 100 años de la UNAM serán más dignos sin discursos presidenciales, ni oportunistas que sonrían para la foto. Y te sentirás tan honrado de haber pasado por sus aulas, en la prepa, en el CCH, en la facultad, que no necesitarás que haya fuegos artificiales, ni esculturas monumentales y mucho menos tanto despilfarro. Te bastará con saberte orgullosamente autónomo y universitario. Y cada “Goya” que hayas gritado será una bandera plantada en nuevos territorios conquistados.

Si amaneces con resaca y la juntas con la mía, con la de tus amigos, las de miles de mexicanos, quizá no podrás pensar con claridad, acaso te sentirás vulnerable, pero estarás más sensible y te preguntarás si ha valido la pena aplaudir la fiesta de los que tienen el poder, de los que nos llevan al abismo, de los que sonríen porque creen que han hecho las cosas bien mientras el país se cae a pedazos.

Si amaneces con resaca sabrás reconocer que lo que vale verdaderamente la pena es la gente que no cree todo lo que dictan los noticieros. Si amaneces con resaca cuestionarás lo que hay que cuestionar, maldecirás lo que hay que maldecir y sabrás reconocer que sobran los farsantes que sólo buscan el poder para jodernos y engordar sus cuentas bancarias.

Si se amotinan las resacas entenderás con claridad que pese a la pésima educación y el escaso presupuesto para las becas, tú tienes el poder de revolucionar tu entorno. Y habrá que empezar por ser un mejor estudiante, un gran lector, un buen hijo, un tremendo solidario con el pueblo veracruzano y con el hermano en desgracia, un poeta que no se calle lo que nadie quiere hablar, aquel muchachito que no votará por los que no han sabido gobernarnos, la chica que no se conformará con cuentos de hadas, la señora que hará de sus hijos mejores seres humanos, el señor que trabajará horas extras para que sus chavos lleguen a donde él hubiera querido estar antes. Si se amotinan las resacas, esas tan llenas de cuestionamientos, seremos un pueblo digno, un ejército de voces que han aprendido a no guardar silencio. Si se amotinan las resacas, valoraremos aún más la poesía de Roberto Fernández Retamar y recitaremos convencidos

“Felices los normales, esos seres extraños,
los que no tuvieron una madre loca,
un padre borracho…

Los delicados, los sensatos, los finos…

Pero que den paso a los que hacen
los mundos y los sueños,
las ilusiones, las sinfonías,
las palabras que nos desbaratan
y nos construyen,
los más locos que sus madres,
los más borrachos que sus padres
y más devorados por amores calcinantes.

Que les dejen su sitio en el infierno,
y basta”.

manualparacanallas@hotmail.com

 

Manual para canallas

Roberto G. Castañeda
El Universal
Jueves 23 de septiembre de 2010

 

 

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