jueves, 15 de septiembre de 2011

La resaca será interminable

© Manual para canallas 

Los días pasan tan rápido como las canciones de moda. Los chicos juegan en el parque con pelotas desinfladas, mientras los jóvenes estrenan sonrisas tímidas. En los ojos de una madre cabe todo el amor, pero también la desilusión, el ocaso de una vida sin sentido…

Este país parece habitado por fantasmas que ya no sienten nada cuando el futuro se cae a pedazos, cuando el presente apenas es un esbozo. Esta gente siempre quiere ser mejor pero siempre le gana la apatía. Nadie sabe a ciencia cierta qué hacer con sus propósitos: si guardarlos en una caja de cartón o darlos por caducados. Los pobres somos legión y los ricos nos miran desde sus oficinas de lujo, sentados de espaldas a una foto del presidente. En los bancos, las tortillas, el cine, la fila del pesero, todos nos hacinamos y maldecimos el tedio, pero nos olvidamos de que los políticos, los poderosos, los banqueros, los funcionarios, los corruptos, los vende patrias, los amos de la farsa, los dueños del dinero, los sin escrúpulos, nos han ido acorralando, empujando al país del desconsuelo, allí donde nadie sabe de sonrisas ni alegrías, ni descansos.

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Será porque mis días empiezan tarde y mis noches son demasiado largas. Será porque mi niñez sigue extraviada. Será porque las sonrisas me han dado la espalda. Será acaso porque no hay peor solitario que aquel que amanece con resaca. Quizá porque soy demasiado joven para sentirme amargado. Puede ser por tantas cosas, pero ayer amanecí con ganas de encerrarme en el sótano de mis contrariedades. Así que me quedé tirado, me reporté enfermo, contemplé el techo un rato, reflexioné sobre las escasas opciones en mi futuro, encendí algunos cigarros, pasé de bañarme, atisbé por la ventana, escuché ruidos extraños en la azotea y mejor puse un disco de Los Amigos Invisibles para sentirme acompañado. Ya por la tarde, consciente de que me descontarían la jornada laboral, intenté el menos que mis horas no fueran tan emotivas como el funeral de un carcelero. Y me puse a escribir una lista de las cosas que empeoran aún mi pésimo humor e incomodan mi caótica existencia.

Mis bondades son escasas y mis odios parecerán exagerados. Odio a los sujetos que se hacen los dormidos en el Metro para no cederle el asiento a las señoras embarazadas. Odio a los bocinautas que le suben todo el volumen a su “colección de éxitos en formato MP3”. A los vigilantes del Metro que se hacen de la vista gorda mientras los pasillos se convierten en un tianguis. A los policías que se la pasan diciendo guarradas a las mujeres solas. A las mujeres policías que parecen hombres. A los policías que parecen embarazados. A los presidentes que solapan la corrupción de sus amigos y fomentan el enriquecimiento de sus familiares. A Vicente Fox por heredarnos a este presidente tan gris. A Calderón por solapar a Elba Esther Gordillo. A los priístas con vocación de mafiosos y a otros funcionarios igual o más corruptos. A los políticos que coleccionan departamentos en Polanco, Miami, Cancún y Las Vegas.

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Y sí, también odio a las viejas que se creen reinas sin llegar a ser princesas. A los idiotas que traen más “enchulado” su auto que el cerebro. Odio que las narcoejecuciones ya no sorprendan a nadie. Y también detesto a los curas pederastas. Y además me caga el humor baratísimo de Jordi Rosado y el optimismo chafa de Toño Esquinca, así como las bromas estúpidas del Panda Zambrano. Odio sentirme como un burócrata a punto de suicidarse con una máquina de escribir como corbata.

Por si no bastara, detesto a los que se emborrachan y te dicen cosas como “te quiero un chingo, mi hermano”. A las mujeres ebrias que se suben a bailar a las barras de los antros. Detesto los bares que adornan sus paredes con motivos tricolores. A los taxistas, microbuseros y demás choferes que se estacionan en doble fila. Odio los noticieros que avalan cada fraude electoral y son los primeros en felicitar al “elegido”. Detesto a las viejas treintañeras que se embarazan como si tuvieran 16 años. Igual que detesto la fila de los bancos en quincena. También maldigo las telenovelas y a sus niñas rebeldes de aparador. Igual, no soporto a las chavitas que se ponen como histéricas por baladistas sin cerebro. Y me chocan los pendejos que se depilan las cejas nomás porque es la moda reguetoñera. Para colmo, me desesperan los punkis que nunca han escuchado a Los Ramones.

A grandes rasgos, reniego de los jóvenes de mi generación que se empeñan en sepultar sus sueños. Y desconozco a los nuevos adolescentes que adolecen de falta de espíritu. Detesto que se acaba el agua caliente justo cuando me estoy bañando. Que las noticias sean un recuento de sangre y violencia. Que mis vecinos sean chismosos y maleducados. Que mi sueldo sea tan miserable. Que este país se caiga a pedazos y nadie parezca sorprendido. Que este espacio sea tan breve para seguir enumerando lo que tanto odiamos.

Finalmente, reniego de la gente miserable, la que no responde un “buenos días”, la que te empuja en el Metro, la que golpea a los niños, la misma que se mete en la cola del cine y que educa a sus hijos con telenovelas, la que sólo lee el TVNotas, la que te roba hasta la buena vibra, la misma que seguro se identifica con estas líneas, pero lo niega. Y también reniego de las borracheras por el día de la Independencia. Y me abstengo de escuchar al presidente gritar que “vivan los héroes que nos dieron patria”. Y vomito cada que mis vecinos ponen canciones rancheras en la noche mexicana. Pero nada se compara con este coraje que siento cada que el presidente defiende un proyecto que dinamita la tranquilidad de la gente buena. O esta rabia que me contagia el ex secretario de Hacienda cuando muestra su optimismo por ser presidenciable. En definitiva, no hay nada más detestable que un político sonriente que no sabe lo que es malvivir con el salario mínimo. Y su rostro maquillado no disfrazará su ambición desmedida, ni sus ganas de chingarse el presupuesto del próximo sexenio. Odio decirlo, pero creo que ellos confían en vernos otra vez la cara de pendejos. Y las multitudes seguirán entreteniéndose con los chismes de televisión y los goles del Chicharito en la Liga Premier.

manualparacanallas@hotmail.com

Manual para canallas
Roberto G. Castañeda
Jueves 15 de Septiembre de 2011

 

 

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