jueves, 22 de julio de 2010

Mensajes de mis ángeles de la guarda

© Manual para canallas...

“Yo nací un día en que Dios estuvo enfermo, grave”, dicta un poema de César Vallejo. Y palabras más certeras no podrían aplicarse a mi vida. Sin embargo, ese mismo Dios me mandó un ejército de ángeles de la guarda. Y esos enviados me han llenado el buzón de mensajes, que siempre trato de atender

No es raro, entonces que mi existencia ha sido bendecida con gente buena, con seres entrañables que me han hecho sentir menos miserable. Y todos los “yo” que soy, que he sido, pueden parecer imperfectos, harto volubles, pero si he dejado un legado de afecto me doy por bien servido.

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“‘Well I’ve Lost my Equilibrium, my Car Keys and my Pride’, canta Tom Waits. Decir que el canalla es un tipo duro y que tras la dureza encierra fragilidad, ternura y cierta debilidad es, a mi entender, aparte de lugar común, error de apreciación. El canalla es en efecto un tipo duro, sin embargo, ello no obsta para que muchos de sus actos, de sus gestos se conviertan en verdaderas declaraciones de principios con una fuerte carga amorosa, solidaria. En estos tiempos de consumo masivo de literatura de superación personal, tiempos en que no hay peor estigma ante los ojos de la gente que la derrota, el canalla navega a contracorriente. Todo lo que no es vendible, negociable, incluido el ser humano, es visto como derrota, y en este sentido, el canalla resiste y se manifiesta desde lo que yo llamo la estética de la derrota. La derrota tiene su lado pinche, su lado depresivo. Y en contraparte tiene un vasto terreno de creatividad, de motor de vida. Es el punto en que, toda vez que se asume el lado no bello de la existencia es posible la transformación del mundo inmediato, cercano, de los seres próximos, del entorno, transformación en algo disfrutable, querible. Empiezo el texto con una cita de Tom Waits porque en muchos aspectos encuentro en la creatividad del canalla cierto paralelismo con pasajes del cantante, sin que ello represente influencia necesariamente, los personajes que pueblan los textos de uno y las canciones de otro representan en buena medida esa estética a la que me refiero. Hoy me parece buen día para decirte canalla, cuánto te amo. Decirte que admiro entre otras cosas los grandes gestos amorosos que nos has demostrado, tu solidaridad, el dar la cara por nosotros, tu abrazo en el momento necesario, tu ejemplo de ética, la entereza con la que encaras tu profesión. Agradecerte por tantos y tantos momentos y enseñanzas que he tenido a tu lado. Tú sabes que no soy creyente, sin embargo, al leer a Marguerite Yourcenar cuando dice ‘la gente que pone Dios para demostrarnos que nos ama’, pienso en ti. En resumidas cuentas canalla, dudo mucho que hubiese podido tener mejor hermano. Y que sepas el amor que me provoca decirte que nos cuidaste bien”. Un texto de mi hermano Claudio, provocado por una historia que publiqué hace tiempo y que se titulaba “Pequeños demonios”.

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“Mi padre se llama Roberto García Castañeda, aunque periodísticamente es conocido como Roberto G. Castañeda. Nació en Durango y es dueño de una vida sin duda melancólica. Creció siendo el mayor de cuatro hermanos cuyo padre los abandonó desde niños. Mi padre trabajó y estudió desde niño, estudió Ciencias de la Comunicación y se desarrolló como periodista. Mi deseo más grande es ser el mejor escritor latino existente, mejor incluso que mi padre. Desde pequeño desarrollé la capacidad de plasmar en un papel mi sentir y escribí mi primer poema a los nueve años de edad. Recuerdo que fue un poema acerca de la soledad, de la tristeza que me provocaba no tener una familia unida bajo el mismo techo. Poco a poco fui desquitando mi angustia, rabia, la tristeza, a través de la poesía. Y la escritura se volvió mi hogar, ese sitio hacia el que escapo cuando me siento incomprendido. Mi padre es mi ejemplo y mi guía, siempre ha estado conmigo a pesar del divorcio. Lo único que lamento es su afición por el cigarrillo, porque parece no darse cuenta que ese vicio le quitará años para amar a sus hijos. Cada que lo veo, no pierdo oportunidad de decirle cuánto lo quiero”. Palabras de mi hijo Dante, para una tarea en su clase de español.

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“‘Periodismo es pasión’. Así definió Roberto Castañeda a la actividad que ha ejercido durante años. Egresado de la FES Acatlán (UNAM), Castañeda, quien visitó la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), tiene una columna llamada Manual para canallas y publicada los jueves en El Gráfico. En ella escribe lo que él llama ‘historias urbanas’, crónicas conformadas en su mayoría por lo que le ha tocado vivir. En su visita a la FCPyS se da tiempo de leer un fragmento autobiográfico: ‘Soy especialista en defraudar todos los pronósticos’. Mide aproximadamente 1.83 metros de estatura. Es delgado y de tez morena. Admirador de Jaime Sabines, pertenece a ‘un club llamado insomnio’, en el cual se duerme poco y se sueña mucho. Viste unos pantalones de mezclilla, una camisa azul, corbata y —en honor a ir en contra de los convencionalismos— ¡tenis! Para ser reportero —aclara—, hay que tener intuición y creatividad. Pese a que su experiencia le ha enseñado que es difícil publicar un libro, dentro de sus planes está dar a conocer el suyo, una compilación de los textos incluidos en el Manual, que también es una referencia de su vida universitaria, una ‘guía para sobrevivientes’. ‘Yo escribo como me gustaría leer’, sentencia Roberto. En un estilo personal, fluido, desenfadado, coloquial, el autor plasma sus impresiones, emociones y reflexiones sobre la vida. En ‘Un cementerio para los sueños’, por ejemplo, a partir del caso de un anciano que fue a empeñar su reloj al Monte de Piedad, critica la situación política, económica y social del país. Roberto cuenta que es divorciado. También tiene dos hijos, pero aunque el mayor juega a ser cronista deportivo, a él no le gustaría que ninguno fuera reportero. Prefiere que ‘vivan bien’. ¿Por qué? Porque, en su opinión, el periodismo ‘no te va a dar para vivir, sino para sobrevivir’. Por tal motivo —enfatiza—, para ejercerlo se necesita entrega, pasión. ¿Y cuál es su aportación al periodismo? Roberto opta por ser modesto y no hablar de las ‘aportaciones’ que ha hecho, como si no tuviera nada qué decir. Aun así, hacia el final de la charla, y como queriendo hacer hincapié en la importancia del público para quien se escribe, señala: ‘De lo que me puedo sentir satisfecho es de que muchos jóvenes están leyendo gracias al Manual para Canallas’”. El texto anterior fue escrito por Mauricio Torres, estudiante de periodismo, luego de mi visita a la UNAM.

manualparacanallas@hotmail.com

 

Manual para canallas

Roberto G. Castañeda
El Universal
Jueves 22 de julio de 2010

 

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