Este suelo y este cielo están cenizos, oscuros como cuervos que nos acechan con un aletear siniestro. Estas nubes tienen formas extrañas, como si fuera a llover todo el tiempo...
Observo el cielo desde un puente peatonal y las nubes parecen pesar demasiado, como si hubieran engordado de polución y tormentas venideras. Estas nubes melancólicas nos siguen a todos lados, con su halo invernal y este frío que cala en los huesos. No son tiempos propicios para el optimismo, desde luego. Lo ha descrito Dante Guerra, en un poema incompleto: