Tengo un diablo que litiga en mi contra los viernes, mientras Dios está ocupado en demandar a los que lucran con su imagen sin pagar derechos de autor...
Cuando nací el diablo estaba con resaca y Dios disfrutaba de un día feriado. Lo sé porque no era primavera, ni retozaban las jóvenes del verano. Lo sé porque ni un triste cuervo sobrevoló aquellas calles áridas y polvosas de ese pueblo que se da aires de ciudad. Lo sé, simplemente lo sé. Yo nací en una fecha en la que todo mundo estaba abrigado o se quejaba del pinche frío. Por ello es que este corazón gélido tarda en salir de su constante letargo, como si hibernara todo el maldito año. Cuando nací, sólo se escuchaba a lo lejos el uluar de una sirena y el murmullo constante de un hospital saturado.
Cuando nací, había sobrepoblación en la sala de urgencias y de milagro mi madre alcanzó un camastro. Cuando nací Dios andaba con bermudas y sandalias. Cuando nací, al igual que cuando naciste tú, el diablo se curaba la resaca con saldeuvas y algunos pecados. Lo sé porque es momento que ni uno ni otro me han dado acuse de recibo o tan siquiera una copia de la factura. Lo sé por esta suerte mediana que me ha tocado. Aún no me alcanza una bala, pero tampoco me ha tocado la fortuna. Lo sé porque habito en una zona de confort que no tira para arriba y tampoco para abajo. Sé que Dios y el diablo a veces se juegan mi saldo con los dados, de tal manera que a veces termino empatado.