Todos tenemos algunas tristezas, demasiadas nostalgias. Y nos hacen falta brebajes, recetas caseras, que nos curen las melancolías...
Yo tengo esta barba descuidada, un tanto desprolija, como espinas que arañan el alma. Tengo este bolsillo derecho con unas cuantas monedas y las promesas que no te he cumplido. Tengo estos jeans desteñidos, que han visto cómo se desgastan mis días. Tengo hartas noches, demasiadas madrugadas echándote de menos. Tengo remolinos en la cabeza y algunos poemas que me dan vueltas. Tengo dudas, tengo certezas y estas ganas tremendas de encontrar serenidad en algún libro y en tantos recuerdos buenos. Tengo esquizofrenia y ciertos delirios envueltos para regalo. Tengo este cáncer que presiento, pero que aún no me han diagnosticado y tengo también los rayos equis de la fractura en mi mano izquierda. Tengo a veces una que otra fiebre, que trato con paracetamol. Tengo recetas nuevas y padecimientos viejos. Tengo una farmacia en el buró junto a la cama. Tengo propensión a automedicarme, a tomar antidepresivos y también a dejarme llevar por la melancolía. Tengo Seguro popular y eso, queridos amigos, es el peor de los recursos. Tengo té de manzanilla, fomentos de agua fría, algunos remedios de la abuela y demasiados síntomas que me indican que empieza la cuesta abajo. Tengo colesterol alto y esta debilidad por remojar el pan en el café americano. Tengo ciertas ideas adormecidas y un ligero escalofrío que me eriza la cabeza. Tengo un doctor burócrata que sólo me receta ácido acetilsalicílico soluble. Y tengo mi próxima cita con el médico para cuando ya me haya medio muerto o para cuando ya esté medio vivo.
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