Nunca he sido un gran lector, de hecho empecé bastante tarde, a los 19 ó 20 años, según recuerdo. En la secundaria había una maestra de literatura que insistía bastante en que leyéramos a Carlos Fuentes o Julio Cortázar, aunque ella prefería a los clásicos, pero nosotros estábamos más ocupados en tratar de ligarnos a la muchachilla guapa del barrio, o simplemente preferíamos salir cada tarde con los amigos de la calle a perseguir un balón que nos reconciliara a ratos con la vida…
No, creo que no estábamos para lecturas de salón. A lo mucho me involucraba ansiosamente en El Libro Vaquero o en los cómics de Batman y Los 4 Fantásticos, aunque debo reconocer que tuve la colección casi completa de La Familia Burrón, lo que a lo mejor no me ilustró mucho pero engordó mi lenguaje. Sería varios años más tarde que me encontraría de manera deslumbrante con José Agustín, quien me motivó a perseguir a muchos otros autores, algunos más interesantes que otros. Aún no sé por qué leo, pero debo admitir que los mundos de la literatura son mucho mejores que esta porquería que habitamos diariamente.