jueves, 25 de enero de 2018

La franqueza es un gato huraño

Manual para canallas - La franqueza es un gato huraño

Sólo quiero dormir tranquilo, soñando con mujeres de fuego. Y que mi cama no sea esta balsa de madera, sino un mar de lava en el que ardamos toda la noche...


Me lo dijo Michelle con unas cervezas encima: "Si no fueras tan franco, le caerías mejor a la gente". Tontita, lo que menos me interesa es ser del agrado de todos. Rehuyo a la vida social y a los tumultos, le expliqué. Y la franqueza es un gato huraño, que no anda haciendo amistades por todos lados. Y a mí no se me da la hipocresía. No lo puedo evitar, es mi naturaleza, soy un pésimo promotor de mí mismo, respondí. A los 10 minutos de conocerla yo sabía que Michelle era más inteligente que el promedio de las mujeres, y mucho más que la mayoría de los hombres. Su observación se debió a que le dije que me había dado gusto conocerla, pero que en ese momento no me interesaba ninguna relación afectiva. Estábamos afuera de su casa e incluso me invitó a pasar con el pretexto de “que no te caería mal una copa de vino tinto”. Rechazar la invitación no fue fácil. Pero yo no estaba allí por mis propias razones. Lo que sucede es que tengo una prima que se empeña en que conozca a sus amigas. Así que un sábado me invitó a una reunión y me presentó a una compañera del trabajo. “Mira, primo, ella es Michelle. Además de guapa es excelente persona”. Y tenía razón. La chava lucía radiante y tenía una sonrisa que te provocaba ganas de besarla. “¿Eres escritor, verdad?”, preguntó Michelle. Casi escupo el trago de ron que acababa de beber. “¡Cómo crees!”, protesté. Ella se puso roja. “Bueno, es que he leído lo que escribes y me encanta”, justificó apresuradamente. “Pero no soy escritor, sólo me gusta escribir lo que pienso y siento”, aclaré, y ella sólo hizo un gesto de ojos extragrandes. “Me agrada que te guste lo que escribo, pero a mí no me va eso de ‘escritor’, se me hace muy solemne y yo soy un mero aprendiz de charlatán”. Posteriormente charlamos de música, un poco de nuestros respectivos trabajos y también de lo complicado que es encontrar pasión o algo de bondad en los ojos de la gente.


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También me enteré de que el día que Michelle se iba a casar con el hombre de su vida se presentó la ex esposa en la iglesia y convenció al cura de que aquello era pecado. La mujer había venido desde Guadalajara para impedir la boda. Y nadie se explicaba cómo se había enterado. “Nunca intentes entender la maldad”, le comenté. Así que desde entonces ella prometió no volver a casarse. La historia de Michelle estaba salpicada de fracasos amorosos, como suele ser habitual. “Pero no me cierro al amor, aún creo que encontraré a la persona ideal”, me aclaró. En eso no estaremos nunca de acuerdo. A la una de la mañana decidí que ya era hora de irme. Su amiga Michelle sugirió que compartieramos taxi, “porque pensaba quedarme, pero ya tengo un poco de sueño”. Acepté de manera educada, aunque yo sabía que me desviaría al menos media hora de camino a mi casa.


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En el trayecto no dejó de hablar de mí. “Eres tan encantador” o “estoy segura de que cualquier mujer sería feliz a tu lado”. Traté de rebatir su buena impresión sobre mí. Convivir conmigo es tan constructivo como inventar una alarma contra bobos. Soy experto en demoler buenas intenciones. Toda mujer que me ama termina por convencerse de que es más sencillo lograr que un hurón coma con cubiertos. Esas y otras frases utilicé para desanimarla. Cuando llegamos a su casa, me dio un beso apresurado sobre los labios, tan fugaz como la escena cursi de una película. La miré fijamente y le dije que lamentaba haberle hecho perder el tiempo. “¿Por qué dices eso?”, cuestionó. “No soy el hombre que te hará volver a confiar en el amor”, solté con frialdad. Quizá debí aclarar que soy cínico, arrogante, no creo en el amor a mediano plazo, ya tengo demasiados vicios y me encanta vivir solo. “Tú no puedes saber si eres el hombre que espero”, manifestó, “eso lo tengo que averiguar yo, déjame intentarlo”. Negué con la cabeza. Si alguien lo sabe soy yo. “Llevo años tratando de conocerme, haciendo una autobiografía de mis defectos”, le advertí. Fue entonces que me invitó a pasar a su casa para seguir averiguando si yo le convenía o no. Decliné la invitación. Me conozco y sé que terminaría llevándomela a la cama, aunque después me sintiera igual de vacío que mi refrigerador en fin de quincena. “Okey, ya no voy a insistir, pero prométeme que me llamarás aunque sea para ir al cine”, ya me había dado su número de celular.


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Si Michelle no fuera amiga de mi prima hubiera intentado seducirla. Ya son suficientes los reclamos de una sola mujer para desquiciarte. Y yo no soporto que mis parientes se quieran meter en mi vida. Sin embargo, al otro día me llamó mi prima para preguntarme cómo me había caído su amiga. “Es buena chica, pero no es mi tipo”, dejé en claro. “Ay, Robert, no seas payaso. Deberías salir con ella, es muy linda y muy decente”. No lo dudo. Le agradecí la invitación a su casa, pero le pedí que ya no me presentara amigas. No sé si me moldearon con otro barro o si me falta cerebro, pero prefiero provocar mis propios incendios. Un pirómano sólo necesita fuego. Y generalmente actúa sin cómplices. Además, sé que estoy condenado a las mujeres insanas, a las que maldicen todo el tiempo, a las que les gusta recitar tu nombre en cada orgasmo, a las que se ponen perfume entre los senos, a esas que gritan su placer casi obsceno, a aquellas que se tatúan tu nombre, a las que no les importa si tu corazón late a destiempo. En fin, estoy predestinado a invertir en relaciones tan sólidas como un bloque de hielo. Ahora me conformo con poco, como ha escrito Dante Guerra: 

"Ya no anhelo una mujer perfecta
que aguante mis desvelos.
Ya sólo quiero dormir tranquilo,
soñando con mujeres hechas de fuego. 
Y que las musas me visiten de vez en cuando,
aunque me dicten frases baratas. 
Y que mi cama no sea esta balsa de madera
sino un mar de lava incandescente
en el que ardamos gimiendo nuestros nombres".


manualparacanallas@hotmail.com


Roberto G. Castañeda
Jueves 25 de Enero de 2018.


© Manual para canallas


3 comentarios:

  1. Soy tu jodido fan desde hace varios años, cada relato tuyo lo hago mio por que en la mayoria de ellos me identifico
    Aqui seguire leyendote y a ver si un dia se me hace conocerte en la barra del Milan
    Saludos Canalla

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  2. Me atrae tu forma de ver la vida, solo que aveces pienso que eres un cobarde porque le rehuyes a los compromisos o talvez amas tanto tu vida de solitario.. Saludos canalla

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  3. Me atrae tu forma de ver la vida, solo que aveces pienso que eres un cobarde porque le rehuyes a los compromisos o talvez amas tanto tu vida de solitario.. Saludos canalla

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