Sólo quiero dormir tranquilo, soñando con mujeres de fuego. Y que mi cama no sea esta balsa de madera, sino un mar de lava en el que ardamos toda la noche...
Me lo dijo Michelle con unas cervezas encima: "Si no fueras tan franco, le caerías mejor a la gente". Tontita, lo que menos me interesa es ser del agrado de todos. Rehuyo a la vida social y a los tumultos, le expliqué. Y la franqueza es un gato huraño, que no anda haciendo amistades por todos lados. Y a mí no se me da la hipocresía. No lo puedo evitar, es mi naturaleza, soy un pésimo promotor de mí mismo, respondí. A los 10 minutos de conocerla yo sabía que Michelle era más inteligente que el promedio de las mujeres, y mucho más que la mayoría de los hombres. Su observación se debió a que le dije que me había dado gusto conocerla, pero que en ese momento no me interesaba ninguna relación afectiva. Estábamos afuera de su casa e incluso me invitó a pasar con el pretexto de “que no te caería mal una copa de vino tinto”. Rechazar la invitación no fue fácil. Pero yo no estaba allí por mis propias razones. Lo que sucede es que tengo una prima que se empeña en que conozca a sus amigas. Así que un sábado me invitó a una reunión y me presentó a una compañera del trabajo. “Mira, primo, ella es Michelle. Además de guapa es excelente persona”. Y tenía razón. La chava lucía radiante y tenía una sonrisa que te provocaba ganas de besarla. “¿Eres escritor, verdad?”, preguntó Michelle. Casi escupo el trago de ron que acababa de beber. “¡Cómo crees!”, protesté. Ella se puso roja. “Bueno, es que he leído lo que escribes y me encanta”, justificó apresuradamente. “Pero no soy escritor, sólo me gusta escribir lo que pienso y siento”, aclaré, y ella sólo hizo un gesto de ojos extragrandes. “Me agrada que te guste lo que escribo, pero a mí no me va eso de ‘escritor’, se me hace muy solemne y yo soy un mero aprendiz de charlatán”. Posteriormente charlamos de música, un poco de nuestros respectivos trabajos y también de lo complicado que es encontrar pasión o algo de bondad en los ojos de la gente.
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