Con demasiada frecuencia dejo conectada la plancha, fumo en la cama, y eso explica que dos veces haya ardido la colcha o se incendie mi cama. Será que soy muy distraído o la depresión se anida como una plaga de ácaros en mi almohada...
Casi siempre recurro a los lugares comunes. Soy especialista en poner pretextos. Dejo todo a medias, nunca culmino los proyectos. Me enamoro de las mujeres fatales y desdeño a las chicas buenas. Le guiño el ojo a las prostitutas, le saco la lengua a las monjas. Fui educado para hacer caravanas, pero me cuesta trabajo respetar las reglas. Voy de tipo duro por la vida, pero en realidad soy un idiota sensible que suspira algunas noches y se despeina cuando duerme. Siempre dejo conectada la plancha, fumo en la cama, y eso explica que dos veces haya ardido mi recámara. En un incendio perdí el colchón, los recuerdos de mi infancia, algunas fotos, demasiados libros y lo poco que me quedaba de calma. Así que ahora duermo en el suelo, sobre una colchoneta, y siempre dejo abierta la ventana por si en algún momento tengo que saltar hacia fuera, lo cual es improbable porque vivo en un cuarto piso… aunque pensándolo bien es mejor morir desnudo que consumirme igual que un borracho. Y ya que hablamos del fuego, debo aceptar que hace mucho que no ardo en deseos. He perdido pasión, me dan weba las conquistas, los lugares comunes del “¿estudias o trabajas?”, prefiero el silencio a las frases gastadas. Detesto que el amor me convierta en un pusilánime. Es mejor levantarme tarde y no tener que rasurarme. Es preferible derrochar el dinero en trivialidades, que invertir en una mujer que tarde o temprano te arrojara al precipicio del olvido. Siempre habrá un mejor partido, nunca serás el hombre ideal, aunque así te sientas, porque las viejas son especialistas en comparaciones: el novio de fulanita tiene tal coche, el wey de mi prima gana tanto, el marido de mi hermana le regaló tal cosa, mi ex novio siempre me compraba cosas lindas. Y los etcéteras mejor me los guardo. En verdad que no es difícil sentirse enfermo, miserable o deprimido. Todo, pero absolutamente, todo, se rige por valores equivocados. A donde vayas te mirarán de arriba abajo. Si no usas corbata eres un don nadie. Si andas en fachas no consigues trabajo. Si tus pantalones están rotos eres un paria. Si andas a pie nadie te pela. Es peor, por supuesto, cuando no traes varo porque todos te hacen sentir igual que un pordiosero. Soy parte de un ejército de miserables. Y encima, heredamos un país endeudado. Los poderosos nos toman por tontos. Ojalá un buen día despertemos y dejemos de maldormir bajo las sombras acechantes del nervio, de la ansiedad, de las deudas.
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