jueves, 3 de febrero de 2011

Mi optimismo está desempleado

© Manual para canallas

Un niño pide limosna afuera del Metro, mientras una anciana agoniza sin atención en el pasillo del hospital público. Y un desempleado fraterniza con los perros vagabundos, sobre la banqueta. Aquella madre abandonada llora frente a una sobredosis de barbitúricos…

Millones de jóvenes están desempleados, pero los discursos de nuestro presidente y sus secuaces están poblados de cifras alegres.

Este país es un polvorín cuya mecha ya ha sido encendida hace rato. Las ejecuciones masivas se han multiplicado y los diarios, las noticias, hacen un recuento cotidiano. Un ex presidente invierte lo robado en una casa de bolsa europea, al tiempo que sus hijos apuestan en Las Vegas.

 

Y tu padre, mi madre, jamás han viajado en avión, ni saben lo que es vacacionar en Playa del Carmen. Y tu hermano no conoce París, ni tu prima reirá divertida en Disneylandia. O lo que es peor: tu tío más querido falleció en un hospital de gobierno por una cirugía postergada o un mal procedimiento médico. Y la negligencia aquí no es castigada, como tampoco la estafa ni el enriquecimiento ilícito y mucho menos los crímenes políticos. Este es un país sin culpables. Pregúntenle a López Portillo, a los Echeverría, a las Marthitas, a sus juniors, al hermano incómodo y a Carlos Salinas de Gortari, al ex gobernador de Guerrero, a los que recibieron portafolios del narco, a los pederastas que se llevan de a cuartos con el “gober precioso”, a los sicarios que matan inocentes, a los cínicos que son entrevistados en la tele. Pregúntenle al ex conductor de noticias que escondió la verdad por décadas. Pregúntale a los Dioses, los más volubles, si algún día se castigará a todos los que de alguna manera han dinamitado este país. Y si ves a Salinas de Gortari, en cualquier parte, pregúntale si alguna vez a sentido remordimientos por desfalcar este puto infierno.

Y no, ni se hagan los dignos, ni te sientas ofendido porque en un mugre programa de Inglaterra nos tachan de gordos y perezosos. Lo que debería indignarte es que sigues votando por los mismos corruptos de siempre. Lo que debería hacerte vomitar es que tu hijo sepa más del caso de Kalimba que de la programación en el canal Once. Y debería avergonzarte que tu hijo se empede oyendo reggaetón, en lugar de trabajar para costearse los estudios. O peor aún, debería indignarte que gastas en alcohol lo que podrías destinar a tu jubilación. Que la mujeres sigan siendo asesinadas en Ciudad Juárez, mientras sus muertes son opacadas por los atentados del narcotráfico, eso es indignante. Lo que tendría que ofendernos es mantener a tantos senadores y diputados que despilfarran nuestros impuestos, mientras reciben bonos que nunca justifican en los curules.

Que no has sabido educar a tus hijos, que “Teresa” está más entretenida que la tarea, que golpeas a tu señora y malpasas a tus chamacos, que no respetas la luz amarilla en el semáforo, que pides “mordida” a los automovilistas, que evades el alcoholímetro, que te haces el dormido para no cederle el asiento a las señoras, que compras películas piratas, que no leíste un solo libro el año pasado, que la poesía te da flojera, que no acabaste la primaria, que envidias lo ajeno, que engañas a tu mujer, que le pones el cuerno a tu novio, que en tu cocina hay cucarachas, que deseas a la mujer de tu amigo, que reniegas de tu pasado, que no haces gran cosa para remediar tu presente, que has perdido la esperanza en el futuro, que votarás por el PRI sólo porque Peña Nieto esta “muy guapo”, que no hables de sexualidad con tu hija, que no sepas quién es Joan Manuel Serrat, que te acobardes ante la vida, que te agobien las rutinas... eso y mucho más es lo que debería indignarte.

Un anciano ciego intenta cruzar la calle y nadie es solidario. Una mujer es golpeada por el marido borracho. Un niño está a merced del violador. El sicario se encomienda al santo de su devoción. Y tú le rezas a un Dios que al parecer te ha olvidado. Los Cadillacs retratan la realidad:

 

“Anoche escuché varias explosiones,
tiros de escopeta y de revólveres,
carros acelerados, frenos, gritos,
eco de botas en la calle.

Toques de puerta,
quejas por dioses,
platos rotos.

Estaban dando la telenovela,
por eso nadie miró pa´ fuera.

¡Avestruz!.

¿Adónde van los desaparecidos?

Busca en el agua y en los matorrales”.

Pero no te alarmes mucho, ni te indignes tanto, que el presidente ya dijo que le vamos ganando la batalla a los villanos. Y que se han creado quién-sabe-cuántos miles de nuevos empleos. Carajo. Hoy mi optimismo está desempleado.

© Manual para canallas

manualparacanallas@hotmail.com

Roberto G. Castañeda
El Universal
Jueves 3 de febrero de 2011

 

 

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